jueves, 4 de agosto de 2011

LA CIUDAD PERDIDA

La ciudad perdida
Medio milenio de oscuridad
Extracto del estudio histórico de la casona de la Hostería

Autor: MG. Arquitecto William Alexander Palomino Bellido




La Ruta Churajón
La evocación de algunos vocablos antiguos de la ciudad habla de existencias de lugares que el tiempo los han cubierto de misterio, misterio que al surgir a la luz muestran el fascinante pasado de civilizaciones ancestrales. La ronda llamada de la “Coa”
[1], con su toponimia nos evoca un sitio dedicado a la siembra en andenería, la coa es un utensilio de labranza hecho de una vara de madera que permitía hacer surcos o agujeros para la siembra del maíz, este primer detalle es importante puesto que el maíz representaba el alimento y el producto más importante del imperio y su siembra se solía hacer en los mejores lugares donde las condiciones del suelo y el agua permitiesen excelentes cosechas. Más tarde este lugar también sería llamado la “Barranca del río”, por su prominente pendiente, pendiente que permitió la construcción en desniveles y el acondicionamiento de miradores de arquerías que miraban el poniente, actualmente en la semiótica de la ciudad el arco y la bóveda de sillar es considerada la expresión más autentica de la arquitectura arequipeña y su difusión como símbolo local es predominante.
La ronda (calle antigua) es la estructura básica de la ciudad su nombre se debe a su locación marginal o su antigüedad dentro de la misma, existieron a la llegada de los españoles estos caminos que se internaban en el corazón de la Arequipa actual, formaron parte de una estructura de articulación espacial perdida. Es importante señalar que al llegar los incas debieron haber encontrado ya una estructura agrícola desarrollada por sus antecesores los collaguas, tanto del altiplano como los venidos del Colca, afirmación que se corrobora con las anotaciones hechas en 1581 por D. Ulloa de Mogollón, quien por encargo del virrey levanto un censo de las tierras de estas etnias que fueron ocupadas por los españoles, en el menciona las posesiones de los “Ariquipas”, del cual se presume provendría el nombre de Arequipa atribuido a la celebre frase del gobernante inca Mayta Capac quien al ser avisado de las bondades del valle pronuncio: “Ari Qhipay” que en quechua significa “sí quedaos”.
Pero, “si quedaos” ¿dónde?, bueno; esto podría explicarse mejor con la siguiente secuencia de descubrimientos
[2], los cuales comienzan a mediados del s. XX sobre los años ´50, en los patios del centenario Colegio Independencia Americana se revela unas tumbas de la Cultura Churajón, propiciando el debate de la antigüedad de la ocupación prehispánica en el valle, treinta años más tarde en los años ´80 del s. XX el Dr. Manuel Hunqui realizó otro inesperado hallazgo, ahora en el tercer patio del Banco Continental en la C/. San Francisco, se trataba de una casa Colla, estos hallazgos arqueológicos sumados a los recurrentes encuentros casuales en obras de construcción desarrolladas entre los años de 1970 a 1980 por diversos contratistas en las calles Santo Domingo y Deán Valdivia fortalecían la idea de un asentamiento importante anterior a la época inca. Sobre el año de 1998 en la calle Deán Valdivia se encontró una tumba prehispánica probablemente emparentada con las halladas en el Colegio Independencia Americana, cuatro años más tarde comenzando el s. XXI en el año 2002 en la esquina de las calles Ugarte y Santa Catalina otras estructuras aparecerían, finalmente en las obras realizadas en el año 2007 en la Casa de la Monedad, nuevamente se descubriría los vestigios de otra residencia que a opinión del Dr. Pablo de la Vera Cruz serían de origen Churajón.



[1] Actual C/. Villalba – Cruz Verde[2] Registrados por el Dr. Juan Godines y el Lic. Marco López, descritos en la Tesis de Magíster del MG. William Palomino. 2007. Universidad Alcalá de Henares, Madrid – España.









Estos encuentros podrían ser eventos dispersos sino fuera por que siguen un patrón de ocupación que coincide con los trazados de antiguos acueductos, registrados en el plano de D. Eduardo de Rivero de 1917[1], en este plano se muestran los perfilados de las acequias y acueductos españoles que surcaron la ciudad de Arequipa y destacan los denominados de San Jerónimo y San Juan de Dios, sobre los cuales se ubican los anteriores hallazgos arqueológicos, que tienen una continuidad con la histórica ronda de la Palma, ahora calle Alto de la Luna – Avenida Dolores o de la ronda de “Socabaya” que sigue el actual trazado de las Avenidas Salaverry y Malecón Socabaya hasta el cementerio de la Apacheta, de allí continúa hasta llegar al actual asentamiento Prehispánico de “Pillo” o “Pillu” que en quechua significa “corona de guirnalda” y finalmente el último sendero habría sido el de la ronda de la Pólvora, que en la actualidad sólo quedan fragmentos de esa calle como la actual C/. Manzanitos, que une la ciudad con el distrito de Socabaya, del quechua “suk´a” cosas puestas en orden y “aya” difunto, que en significaría “campo de difuntos” o “lugar donde están los difuntos”.
Estos caminos se unen para continuar hasta llegar a las tierras de la Cultura Churajón en los distritos de Polobaya, que para la Lic. Nexmi Daza vendría de la voz puquina Pholluyog-Paya, que significa “Vieja con manta”; hasta las tierras de Mollebaya, del quechua “molle
[2]”, que es un árbol de esta región andina, o falso pimentero debido a su fruto, también es conocido como “Pirú”[3] y de la voz quechua “aya” difunto, por lo que Mollebaya significaría: “árbol (molle) de los difuntos” haciendo referencia a un lugar sagrado representado por el molle, donde morarían los espíritus de los difuntos en medio de estas plantas locales.
Pues bien la ruta Churajón habría tenido más de un camino ancestral aunque todos confluyen en la misteriosa Coa, y de allí siguen por vías que subyacen bajo el subsuelo, pero, que repentinamente afloran para trascender su pasado memorable.
Dentro de estos caminos tenemos las siguientes rutas: C/. Villalba, Cruz Verde, Salaverry, hasta el Cementerio, la C/. Las Peñas, La Av. Paisajista, La Mansión del Fundador, el sitio arqueológico de “Pillo”.






[1] Ver plano de la pagina 4.[2] El Molle es una planta del orden sapindales, de la familia de Anacardiáceas y del genero schinus[3] Es preciso detenernos un momento para comentar a propósito de la palabra “Pirú” la historia del nombre del Perú, el nombre de nuestro país es como mucho de nuestra historia aún un enigma o fuerza caprichosa de los mitos.
Dentro de las muchas historias contadas sobre le origen de nuestro nombre, podríamos comentar la desarrollada hacia 1513, por esos años Vasco Núñez de Balboa acababa de descubrir el Océano Pacífico en el actual Panamá, lugar donde ya se oían rumores, aportadas por balseros que transitaban desde las costas entre Manta (Ecuador) y Sechura (Perú), de una rica región más al sur.
D. Pascual de Andagoya en el Golfo de San Miguel, actual Panamá, al preguntar a los nativos de la zona de las tierras donde habían estos llegado le respondieron que este se llamaba “Birú”, que en realidad, no representaba el nombre del lugar sino del cacique de la zona.
Según el Dr. José Antonio del Busto todo lo que existiría desde ese entonces al sur de Panamá sería conocido por los españoles con el nombre de "Birú" o "Pirú". Otra de las teorías etimológicas es que el nombre de Perú tuvo su génesis en el término Pirúa que significa depósito de alimentos. Otras aseveraciones sobre el nombre de Perú sería de la deformación de "Piura".



Otra ruta es C/. Bolívar, C/. Zela, C/. Santa Catalina, Pasaje de la Catedral, Plaza de Armas, C/. General Moran, C/. San Juan de Dios, C/. Deán Valdivia, C/. Perú, C/. Alto de la Luna, Av. Dolores, Av. Emancipación, C/. Maria Nieves y Bustamante, C/. Caracas, Av. Sabandia hasta el Molino de Sabandia y Yumina. Estas dos rutas se unen para continuar hasta Churajón, pasando por Socabaya, Quequeña, Mollebaya y Polobaya, hasta continuar a las milenarias ruinas de Tiahuanacu, en Puno y Bolivia por centenarios caminos.






Estos caminos se articulaban con todo el imperio a través de rutas transversales al impresionante Qhapaq Ñan o el “El Camino Principal” que recorrió el imperio del Tahuantinsuyo de Norte a Sur, esta estructura de carácter territorial, que constituían una red de intercambio, relaciones y aprovisionamientos a gran escala le dio sentido al Tahuantinsuyo. El Qhapaq Ñan, asimismo parte de Tiahuanacu, pasa por el legendario Cuzco, continua hasta Vilcashuaman en Ayacucho para llegar a Cajamrca y finalmente Quito por el norte; por el sur se interna en Bolivia, pasaba por Chile hasta el norte Argentino; cubriendo más de 5 000.00 km. se constituyo en una sofisticada estructura de apoyo logístico al transito de los recursos agrícolas.