miércoles, 28 de noviembre de 2012

LA CIUDAD SOBRE LA CIUDAD

Esos largos procesos de formación del territorio debido al vulcanismo construyeron un suelo rico en nutrientes minerales para la flora así como de un especial manto de roca que más tarde serían las canteras de piedra para los edificios más emblemáticos. Ambos elementos del contexto físico del Centro Histórico le aprovisionaron de subsistencia a la ciudad histórica viva que, por su propia naturaleza, ha evolucionado y seguirá evolucionando primero como resultado del escenario geográfico y luego como consecuencia de mutaciones socioeconómicas y culturales que están interactuando, cohesionándose y coexistiendo por diversos intereses, lo que hace más difícil cualquier evaluación en función del criterio de autenticidad y más aleatoria cualquier política de conservación, puesto que las sociedades y culturas superpuestas tratan de dejar sus improntas instaurando nuevas memorias temporales de riqueza cultural que se van espiritualizando a medida que la ciudad crece se fortalece o influencia en una identidad que va madurando.

Este cambio tiene su orige hace muchos años en medio de un desierto andino que dominaba el paisaje, sólo transformado en los meses de enero a febrero por la temporada de lluvias que daba lugar al pastoreo de la paleo fauna que hacia su transito desde los paramos andinos hacia la costa y viceversa, pasando por estas tierras.
Esta rutina anual atraía a muchos depredadores dentro de los que se contaba al hombre primitivo que se sumaba a los rudos tránsitos para trasuntar las rutas de los camélidos tras las preciadas presas que de hecho asegurarían la supervivencia de la tribu.
Este recorrido de cientos de años no solo fue el inicio de una de las historias épicas de la humanidad que finalmente tendrá su corolario en la fundación de ciudades ahora patrimonio mundial, sino que se constituirá en el más ejemplar desafío del hombre de transformar parte del desierto más salvaje del planeta en un lugar habitable para sus descendientes, como lo es el Atacama y su basto ecosistema del cual Arequipa forma parte.
Esta acción histórica es parte del ingenio humano que tras explorar primero y luego determinar las características geográficas del territorio, implemento uno de los sistemas más ingeniosos de agricultura e hidráulica para lograr convertir la naturaleza en tierras de cultivo, el resultado sus andenerías, andenerías que dependen del histórico río Chili, quien edifico el proceso cultural con antecedentes en etnias y culturas centenarias, poco estudiadas, lo cual ha dejado muchas interrogantes históricas, que tristemente en el imaginario local ha crea la falsa idea de que Arequipa no poseyó referencias pre incas, lo que constituye una gravísima injusticia, pues precisamente esas circunstancias le confiere la esencia misma del diseño territorial y por ende encarna de manera fidedigna el aporte local.
Sobre la base de los registros de los hallazgos casuales de estructuras arqueológicas que corresponden a evidencias prehispánicas comprendemos que los acueductos representados más tarde en los planos de 1917, representan los límites de expansión cultural correspondiendo a los bordes superiores de los canales o acequias que dividían el espacio agrícola del límite árido, lo cual sugiere que fueron seguramente las fronteras rurales, exponiendo un primitivo planeamiento basado en la acumulación sistemática de las tierras agrícolas bajo el modelo de ocupación: invasión – sucesión del suelo de cultivo.
Arequipa vista desde el satélite muestra como la trama colonial es surcada por otra que subyace bajo el subsuelo y se ve reflejada en los cocidos de los lotes interiores exponiendo las evidencias o las huellas del proceso de colonización del valle del Chili pre inca e inca, estas pistas del pasado se advierten en el magnífico  plano hecho por el Ing. de Rivero en 1917. La disposición de esta red rural prehispánica, posiblemente tendría antecedentes pre incas, afirmación formulada como consecuencia de algunos trabajos hechos en el Centro Histórico, que muestran fases anteriores a la Inca y vinculadas al antiguo sistema de acueductos. La traza rural que se evidencia se despliega de manera diagonal al río, siguiendo  de alguna manera las curvas de nivel más importantes, pero que a la vez presenta un desarrollo intuitivo cuasi paralelas entre sí, esto demuestra un nivel muy factible de planeamiento territorial más halla del uso intuitivo de la curva de nivel, esta actitud indudablemente crea terrazas más amplias para ser incorporadas como nuevas tierras al plan expansionista de la agricultura por el hombre prehispánico. Así tenemos que el trazado rural prehispánico es preferentemente lineal tendiendo al paralelismo, por una razón económica y de aprovechamiento del territorio; frente a un diseño en retícula o cuadrícula de la época colonial, de carácter racional y adaptativo a cualquier territorio por razones políticas. La superposición de las dos tramas de manera diagonal entre sí resuelve varios aspectos de la infraestructura para el mejor aprovechamiento de los recursos, sobre todo el agua.

En el caso de las ciudades históricas vivas la comprensión de una arquitectura de un solo estadio histórico es casi imposible salvo que se apele al falso histórico, esta disyuntiva es a causa de la fragilidad del tejido urbano (que ha sufrido a menudo grandes perturbaciones desde el comienzo de la era industrial) y de la urbanización vertiginosa de la periferia. Por lo que el Centro Histórico de Arequipa al ser incluido en la lista de Patrimonio Mundial manifiesta su innegable calidad arquitectónica, por lo que su evaluación no fue dada solamente desde un punto de vista abstracto en función del papel que puedo haber desempeñado en el pasado o como símbolo histórico, sino por su organización del espacio, la estructura, los materiales, las formas y las funciones del conjunto que testimonian esencialmente a la civilización arequipeña respondiendo al criterio de autenticidad en lo relativo a su concepción, sus materiales, su ejecución y su entorno, su carácter y sus componentes distintivos. De hecho está que el “centro histórico” cuyo perímetro concuerda con el de la ciudad antigua, en la actualidad está englobado en una ciudad moderna. La delimitación con precisión de sus dimensiones históricas más amplias posibles, sobre la base de la interacción del campo y la ciudad basada en los sectores, barrios o manzanas, aun en estado residual, muestran coherentemente la ciudad histórica de Arequipa. En este caso la zona tanto los edificios representativos de los diversos estadios, se ven reflejados en el Plan de Gestión del Centro Histórico conformando las doce zonas de tratamiento las cuales muestran el proceso evolutivo y son la base de la normatividad de protección del bien cultural, conformadas por:
Zona de Tratamiento 1, Cívico Cultural
Zona de Tratamiento 2, San Camilo
Zona de Tratamiento 3, San Lázaro
Zona de Tratamiento 4, El Solar
Zona de Tratamiento 5, Paisajista del Chili
Zona de Tratamiento 6, El Vallecito
Zona de Tratamiento 7, IV Centenario
Zona de Tratamiento 8, San Pedro
Zona de Tratamiento 9, La Recoleta
Zona de Tratamiento 10, La Estación
Zona de Tratamiento 11, Selva Alegre
Zona de Tratamiento 12, Molino Blanco
En conclusión, en la situación actual el Centro Histórico y su campiña forman parte de una aglomeración urbana muy representativa que evidencia el largo proceso historicista de la misma ciudad. Esta interacción es el “paisaje cultural” el cual comprende una gran variedad de manifestaciones de correspondencia entre el hombre y su entorno natural.

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